martes, 12 de febrero de 2013

MARRAKECH (Marruecos)


MARRAKECH

 
Mis sentidos se vuelven locos  en esta ciudad que es luz, es vida, es color, olor a especias, bullicio…



Hay ciudades en las que hay tantos museos  y monumentos que cuando regresas parece que no has conocido la ciudad.

Marrakech es ciudad, es zoco, es pequeños locales de tomar un té a la menta o un cous cous para chuparse los dedos…

Marrakech, la ciudad ocrerrosada ,es una ciudad fascinante.

¿Qué hay que ver? Pasear y pasear, perderse  y no dejar de mirar….

Todo gira en torno a la plaza de Jemaa el Fna.

Perdeos, deambular



Ahí van mis sugerencias

Tomar un té a la menta en la terraza del Café de la France, en un extremo de la plaza. Las vistas de la Kutubia (la mezquita más importante de Marrakech), al atardecer, el humo que sube de los puestos de comida, de  tajines y sopa de harina,  de la plaza a lo lejos, el bullicio….Es una experiencia inolvidable y una experiencia que se quedará en la retina para siempre.









Pasear por el zoco. Relajadamente. Mirar y mirar… Joyas, alfombras, cerámica, marroquinería, perfumeros, babuchas, lámparas, tejidos… El zoco es puro color, sensaciones, olor a sándalo, a especias…


















Paraos en los puestos de especias, mirad, oler, dejaros llevar. ¡Color, puro color¡. Color a azafrán, a pimentón y otras especias, amontonadas formando triángulos…














Perderse En este lugar es lo mejor que te puede pasar. Y…seguro que os perdéis. Dejaos llevar



Deambular sin rumbo fijo por la Plaza Jemaa el Fna. Es como entrar en un cuento de las mil y una noche.

Contadores de historias, sacamuelas, tatuadoras de henna, encantadores de serpientes, músicos, aguadores, puestos de comida, de naranjas……
















Un plaza para vivirla

La plaza es vida, pero no es sólo un lugar para turistas, son los habitantes de la ciudad los que le dan vida. Hombre y mujeres con chilabas y babuchas…

Comer un rico cous cous en Argana .En la terraza sobre la Plaza. ¡qué rico¡






Pasear fuera de la muralla. Esa muralla rosada maravillosa….con las montañas del Atlas al fondo…y de noche…inolvidable




Pasear por el Mellah (judería) y la plaza de Ferblanties, la zona de los orfebres, con esas lámparas maravillosas, y tomarse un té en cualquiera de esos locales llenos de señores mayores que miran el tiempo pasar….Siempre observando la calle…

Señores mayores con su piel arrugada, que parecen sabios. Sabios de esa sabiduría que da la vida, las largas conversaciones ante un té de hierbabuena, mirando el devenir de la ciudad





Visitar las Tumbas Saadies, el Palacio de la Bahia y el Palacio Badí. Mausoleos suntuosos las primeras, una residencia principesca el segundo y un palacio incomparable el tercero. Joyas arquitectónicas los tres. Amor a la belleza, el desfrute…el rumor de agua…


 



Paseo por los Jardines de la Menara. Las montañas del Atlas son absolutamente inolvidables.





Visita a los Jardines Majorelle y entenderéis porqué Yves Saint Laurent amaba esta ciudad. Cactus y azul añil. Maravilloso






Una cena muy especial:

 Stylia. Un palacio maravilloso. Una gran puerta de madera y…por un pasillo lleno de pétalos de rosas, se llega a un restaurante increible. Es un palacio….vajilla con hilo de oro, comida exquisita, una fuente de las que nos llega el rumor del agua…

      Quizá sea el restaurante más bonito que he estado en mi vida. www.restaurant-stylia.com



Le Comptoir. En el barrio residencial de L’Hivernacle. Glamour y muy buen ambiente. Bailarianas que animan la velada. ¡precioso local¡ Y un buen sitio para tomarse una copita. www.comptoirmarrakech.com

Stylia es tradición, Le Comptoir es modernidad.



Alojarse: Lo mejor es un RIAD. Esas casas tradicionales de la Médina…Pequeños hoteles con mucho encanto que te harán adentrarte en otro mundo…tan lejos…tan cerca…

En mi caso: La maison árabe. Simplemente maravilloso.

Desayunos tranquilos con productos tradicionales, decoración íntima, sonido de la llamada al rezo, un hamman….¡volveré¡ www.lamaisonarabe.com






Marrakech…la ciudad que hace que todos nuestros sentidos estén despiertos