miércoles, 9 de noviembre de 2011

VILNIUS EN UNAS HORAS

He llegado a Vilnius con un cielo gris del norte.
Una señora encantadora me ha esperado en el avión para indicarme el bus exactamente que debía tomar al centro: el 2.
Me llama la atención el sistema para ver las horas que tiene las paradas de bus.
El bus era de la época soviética, sillones de skay, una maquita oxidada para picar el billete que he comprado en el kiosco de tabaco del aeropuerto y la sensación que siempre me gusta: se ve claramente que estoy en otro país, otra cultura (a veces me entristece ver que los países se parecen cada vez más, que todo se copia, que se pierde en encanto propio de cada sitio….no es el caso en Lituania).
El otoño está instalado en la ciudad. Muchos árboles y hojas en el suelo. Hace frío.
El casco viejo me espera….
Cruzando el puente Zahiasis Tiltas  con sus estatuas, sobre el río Neris llego a Gedomino pr., una gran calle ancha y abierta, con edificios imponentes que lleva a la catedral, para entrar después en la ciudad vieja.

Los trolebuses antiguos generan la música de fondo de la ciudad. Hace mucho frío.

Primera parada: Caffe in. Es una librería que tiene café. Es chulísima y acogedora y el café latte está buenísimo. Oigo hablar español…son estudiantes Erasmus.

La catedral majestuosa, gigante, blanca inmaculada. Es impactante y la plaza que la rodea lo mismo. Con sus esculturas al fundador de la ciudad y la colina de Gedomino detrás.
Entramos en el casco viejo por Pilies g. En el número 16 está nuestro restaurante: Forto Dvaras. Un lugar típico de comida lituana, todo de ladrillo rojo por dentro. Atención a la cena:
-          Pan negro de centeno (buenísimo)
-          Cepelinai (como un pastel gigante de patata relleno de carne con salsa de champiñones)
-          Cerveza: Baltas






De ahí, ya de noche, paseamos por callejones empedrados hacía la Iglesia Santa Ana (gótico lituano, maravillosa)y la Iglesia ortodoxa rusa Santa Madre de Dios.
Me ha sobrecogido la iluminación amarillenta, tenue, y el sonido de nuestros pasos por las calles empedradas.
Atravesamos un pequeño parque hasta llegar a un puente que separa la ciudad vieja de UZUPIS. Un barrio bohemio e independiente, tomado por artistas…muy especial.
Callejuelas empedradas con mucho encanto, creatividad en las pinturas en la calle, locales muy chulos….

Tras cruzar el puente a la izquierda está el Café Kaviné (Uzupio, 2). Allí la primera parada. La terraza en verano sobre el río debe ser una preciosidad.
De ahí, paseo hasta el muro donde está la constitución del lugar escrita en varios idiomas (lo que más me gusto “todo el mundo tiene derecho a equivocarse”).
Volvemos sobre nuestro pasos  y seguimos caminando hacía arriba entre edificios y casa rehabilitados, tiendas curiosas…hasta llegar a Tores (Uzupio, 40). La vista de la ciudad desde la terraza es espectacular, con todas las iglesias iluminadas en distintos tonas de amarillo y ámbar.
 UZUPIS, un pequeño rincón de libertad. Artistas e intelectuales han tomado la zona y se nota. Su símbolo: un ángel metido a trompetista , pura libertad, preside el barrio en su plaza principal.
A día siguiente por la tarde un ratito de nuevo para pasear por la ciudad. Está anocheciendo. Paseamos por Pilies gr, callejeamos por la ciudad vieja y especialmente por el barrio de la Universidad.
Los alrededores de Universiteto gr., con sus  pequeñas iglesias, edificios con portalones que daban a grandes patios…

 Un paseo por Bernardiny gr. a la izquierda de Pilies gr , entrando por el arco al lado de una tetería que tiene teteras de loza pegadas en el muro antiguo. 
 En esta calle descubrí un B&B, Bernardiny y un hotel con encanto Shakespeare chulísimo y al lado un pequeño café (sin nombre).
Sv. Mykolo es otra pequeña calle que sale de Pilies, hay locales interesantes, pequeñas tiendas y restaurantes.
En la plaza Didzigig , hay un lugar en el que hay que parar. Una pequeña tienda que vende un queso lituano, tipo parmesano, que está buenísimo: Dziuga.
 Ese día cenamos una sopa exquisita: un pan de centeno relleno de sopa de champiñón¡¡¡¡
Inolvidable¡¡¡

 La última mañana antes de volver para España fui a ver el Mercado Kalvariju. Lo que más me ha gustado de Vilnius.
Subir por la calle Kalvariju y ver el contraste de las torres de rascacielos, símbolo del desarrollo y las casas de madera tradicionales, con la niebla….ha sido increíble.

 Además, al llegar al mercado, las señoras mayores con sus bolsas de la compra y sus pañuelos en la cabeza. Esa imagen tan “de los países del este” que nos han ofrecido los medios de comunicación….estaba ahí.
Un patio central con sus puestos de pan y verduras, frutos secos, arándanos, pan de centeno, setas…




A los dos lados del patio las naves del mercado: una de carne y quesos, con los puestos de requesón y queso agrio; y la otra contadas las carnes ahumadas. La segunda me ha sorprendido muchísimo por la cantidad de embutidos diferentes, sus balanzas antiguas, las señoras mayores vendiendo ensaladilla en toneles de madera…


¡Cómo me ha gustado este lugar¡
Y sentir que era la única “no local”, ese sentimiento de que “descubres algo”.

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